Cuando los poetas escriben sobre la niñez es como si, festivamente, volvieran a casa después de un largo y penoso viaje. Fernando Pessoa, el poeta que supo ser muchos poetas con tan sólo una infancia es uno de los ejemplos más leídos. Para Pessoa y sus heterónimos no hubo mejor tiempo ni espacio que ser niño. Porque la infancia es, probablemente, ese punto en el que tiempo y lugar son parte del eterno juego infantil, de la inocencia y de la dicha. Nunca como en la infancia el tiempo se hace largo o se hace corto, según se vive. Jamás, como cuando niños, las estancias y los paisajes nos parecen enormes o infinitos.
En su reciente poemario, Alondra Berber va en busca de la realidad vista con ojos de niño. El incendio de las mariposas es un libro con el que se vuelve a casa. A esas estancias que habitan, para siempre, la inocencia: la infancia tan dichosa y tan terrible a la vez.
Escrito a partir de un enjambre de voces y recuerdos, la poeta avanza en sus versos para redescubrir el asombro: las risas y el lenguaje, el miedo y el valor, el amor materno, la admiración, la inocencia y el abrazo paternal. Todas las emociones y sensaciones que florecen cuando el mundo y sus misterios nos parecen inmensos.
Con lenguaje asequible, directo, Alondra Berber ensaya muchas voces y varios tonos para crear una emotiva canción que nos cuenta mil infancias. Fragmentos de memoria y voces que, al unirse, tornan una sola voz y una sola memoria. Conforme se avanza en su lectura, el libro va desplegándose en dos planos: uno, la voz y el testimonio infantil, que funciona como detonante para el segundo plano: el poético. Así, la poeta logra encender una hoguera para que las mariposas revoloteen festiva y peligrosamente entre las llamas. Imagen terrible, desde luego, la de las mariposas en torno al fuego.
Sorpresivamente, El incendio de las mariposas es un libro que tocará a todo tipo de lectores. Las imágenes poéticas, cargadas de sentidos y simbolismo, están confeccionadas como esos artefactos lúdicos que arroban tanto a un niño como a un abuelo. Tal es el mérito de la poeta: saber que sus posibles lectores, todos, sabrán reconocerse en sus versos.
Con este libro, Alondra Berber continúa en la construcción de una obra poética original y de voz identificable que iniciara con El péndulo de cal (2013). Saludo la publicación de El incendio de las mariposas como una obra necesaria para enriquecer y renovar el catálogo de la novísima poesía escrita desde el interior del país.